El poder mediático y el racismo en las series turcas

Foto: dnevnik.hr

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por Gabriela Gutiérrez Antúnez

Uno de los temas que durante mi investigación de tesis llamó muchísimo mi atención fue el poder ejercido a través del discurso en relación con los “Mass Media”. Para ello, cabe destacar uno de los elementos que construyen el discurso, y ese es la flexibilidad en cuanto a su “presentación”, ya que este puede presentarse de manera oral, escrita o visual. De manera que un buen discurso político expresado para la sociedad, un comentario en televisión o un cartel publicitario, generan un impacto social bastante relevante en la conducta así como en la percepción de la realidad.

Cada día nos encontramos bombardeados de discursos que construyen nuestras opiniones, si podemos catalogarlas como “nuestras”, ya que muchos individuos, sólo repiten aquellos discursos expuestos por la élite y que cuya función tiene la tarea específica de mantener una conducta socialmente permisible a partir de los deseos de la misma.

El fascismo Turco es visible y este no sólo está expresado con la violencia, sino que está presente en el mundo artístico, ese mundo que se ha movilizado a través de los medios de comunicación nacional, pero que también ha repercutido de manera internacional.
En los últimos años Turquía se ha hecho presente en el mundo de la televisión; inclusive en Latinoamérica se elogia su producción de series que la gran mayoría podemos ubicar, las cuales están a nuestro alcance ya sea por televisión abierta o internet. Pero, detrás de todo existe una intención o como vulgarmente señalamos esto en México “negras intenciones”.

Van Dijk señala que las ideologías no son simplemente construcciones de ideas, sino que son más complejas y se construyen a través de valores, de modelos mentales y esencialmente están cargadas de identidad colectiva; todas ellas son expresadas como discursos que poseen “conocimiento”, pero también son percibidos como verdades absolutas, las cuales muchas veces son incuestionables. Continuando con la teoría de van Dijk, este señala que muchas de ellas son adquiridas gradualmente por las experiencias personales, asimismo son obtenidas por medio de la propaganda realizada por las élites que controlan los medios del discurso público.

Muchos latinoamericanos (me incluyo) observamos con admiración a la población kurda, esencialmente la lucha por la libertad que se gestiona en Rojava; la cual se ha convertido en una esperanza para las luchas de resistencia en el mundo. Pero, también hay un Kurdistán latente en Turquía, un Kurdistán que lucha por vivir. Es ese Kurdistán, Bakur, que se ve afectado por este poder mediático.

Los años noventa fueron muy difíciles para la población kurda de Amed (Diyarbakir), donde una Turquía bárbara pasó por encima de sus derechos, ya que se veía amenazada por el entonces Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK) que buscaba por medio de las armas la autonomía de un pueblo que no podía expresarse públicamente en su lengua materna, un pueblo que pasó de tener identidad a ser identificados como “Turcos de las montañas”.

Sin embargo, de la Turquía noventera no hay más que el recuerdo internacional de un Tarkan con “Simarik”. Un joven que pasó a convertirse en un modelo mental a través del canon de belleza, asimismo por medio del canto, baile y la música; de manera que en un reconocimiento internacional, se trata de negar a la nación bárbara en relación con el conflicto Kurdo. Si regresamos a lo que van Dijk señala de las ideologías, su construcción por medio de los sistemas de valores, se gestiona a partir de la comparación, algo así como “nosotros los buenos, ustedes los malos”; sin embargo para agradar a la masa internacional, debe de demostrase elementos que construyen la cultura y muestran similitud; es por ello que Tarkan encajó tan bien, ya que representaba una imagen occidentalizada de la “turquía moderna”; recordemos pues que lo moderno es asociado con la imagen de lo civilizado y lo racional.

Sin embargo, en la actualidad, ya con una imagen globalizada de la Turquía moderna y “tolerante”, podemos observar con mayor énfasis cómo funciona el sistema de valores del que habla van Dijk en las series turcas. Como ejemplo usaré dos con las cuales estoy familiarizada; “Sila” y “Esposa joven”. La trama de estas series es el conflicto que se genera mediante el matrimonio por imposición de las tradiciones culturales. En ambas series se ve la lucha de la modernidad y la tradición; sin embargo estas poblaciones tradicionales son ubicadas en pueblos del suroeste de Turquía, si nos vamos a un mapa, el suroeste turco es lo que los Kurdos llaman Bakur.

Por otro lado las figuras de “los buenos y los malos” son representadas por jóvenes y ancianos respectivamente; en dualidad sexual. De manera que el bueno viene de Estambul o ha vivido o fue educado en dicha ciudad; Estambul se convierte en la ciudad grande y moderna, lo que de ahí resulta es positivo para cambios sociales. Estas construcciones y relaciones en los personajes, hacen posible que la población juvenil sienta empatía por los protagonistas, la juventud de los personajes se convierte en es sinónimo de belleza, por lo tanto lo bello también es bueno. Cabe destacar que somos una sociedad que rechaza lo viejo, rechaza la idea de envejecer es por ello que lo viejo se asocia directamente con lo negativo.

Por su parte, los personajes “malos”, los viejos, los que siguen las tradiciones y en la trama atropellan los derechos humanos, son representados con vestiduras tradicionales que son muy evidentes en los varones; dicha ropa tradicional que me hace alusión a los abuelos de un amigo que vive en Amed. Inclusive en “Esposa joven” se menciona que hay quienes viven en las montañas y quienes lo deseen pueden obtener el perdón del gobierno y cumplir una sentencia mínima, porque el gobierno turco es sinónimo de un padre bondadoso y amoroso a todos los hijos de su tierra. A su vez estos personajes que viven en las montañas son asociados con el trafico de drogas; mencioné con anterioridad, que los kurdos en Turquía son llamados “turcos de las montañas, ¿coincidencia?
Con todo esto; no me extraña ver expresiones en las redes sociales sobre “Pray for Turkey” o la peor de todas en las que apoyan el régimen de Erdoğan.

Con esto, puedo afirmar que somos víctimas de un poder mediático donde se intenta vender una imagen falsa de Turquía, una Turquía que realmente es intolerante a su diversidad cultural, una Turquía donde su gobierno encarcela a políticos pro Kurdos como Dermitaş tras ganar un 10% de lo requerido para estar presente en el parlamento y alzar la voz de las minorías de aquel país. Tristemente, el trabajo mediático no comienza ni termina en Turquía, este racismo tiende a nacer a través de estas series, donde se gestan odios que se canalizan en los personajes y que posteriormente por medio de esas “vivencias” se ven reflejadas en las acciones sociales. No olvidemos que esta labor mediática también está presente en muchos más países; México posee una idealización del pobre con valores como la honradez, felicidad y el honor, estos son llevados a representarse en las películas del cine de oro mexicano, en famosísimo Chavo del 8 así como en las telenovelas; producción es que han sido exportadas en una Latinoamérica sumida en la pobreza por sus gobiernos, ¿coincidencia otra vez?

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Una respuesta a El poder mediático y el racismo en las series turcas

  1. Mario Muñoz Mendoza dijo:

    «El fascismo Turco es visible y este no sólo está expresado con la violencia, sino que está presente en el mundo artístico, ese mundo que se ha movilizado a través de los medios de comunicación nacional, pero que también ha repercutido de manera internacional». Muy cierto por ejemplo en Bolivia estan dando una producción Turca, donde se manifiesta una sumisión al sultan de parte de todos sus subditos pero más que todo de las mujeres y unas peleas entre ellas por hacerse la preferida del sultan, algo que aun en nuestra actualidad da un parametro de comportamiento, «sumisión de la mujer hacia los patrones patriarcales», algo que debiera ser censurado por las organizaciones de mujeres, pero que no dicen nada.

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