Actualidad Kurda – Z.A – El kurdo sirio Hokman Joma, de 28 años, lleva ya un año encarcelado en una prisión sevillana después de que haya lanzado su zapato contra el primer ministro turco Receb Tayib Erdogan. Hokman protestaba contra la política represiva de Erdogan con respecto a los kurdos en el norte del Kurdistán. Un instante después de lanzar el zapato, Hokman estaba ya esposado y controlado por dos policías nacionales. El escolta turco, sin embargo, se echó encima tapándole la boca para que no grite el nombre del Kurdistán, justo cuando gritaba «Viva kurdo» y «Viva Kurdistán».
No comprendo esta dura sentencia de la justicia española, menos mal que no lo extraditaron a Siria. Digo dura porque si la comparamos con otros casos en el mundo no hubo otras sentencias como la española. La más conocida la del periodista iraquí, que pasó nueves meses entre rejas por haber lanzado un zapato contra el ex presidente estadounidense George Boush. Y útimamante en Turqía, un tribunal turco declaró esta semana que lanzar huevos a la policía es un derecho democrático. Además, lanzar huevos contra políticos turcos no es un delito. En el pasado mes de diciembre, un acto de un representante gubernamental en la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad de Ankara fue interrumpido por las protestas de los estudiantes, que lanzaron más de 70 huevos contra un político conservador.
El propio Erdogan respondió enfadado: «Mejor podríais haber hecho una tortilla».
¿Cómo podría haber reaccionado Hokman contra su enemigo? ¿Cómo permitiría a Erdogan que recoja un premio de la Fundacion Sevilla NODO Entre Culturas sin expresar su malestar ante el que bombardea a su pueblo?
A Hokman le tocó nacer y vivir en el seno de la dictadura de Hafez al Assad y después pudo sobrevivir cinco años más, bajo la dictadura de Bashar al Asad, hasta que logró escapar de aquél infierno pagando 3.000 euros para pisar el territorio español.
El periodista iraquí podría haber expresado su indignación por la invasión estadounidense de Irak, lanzandolé una pregunta, pero a Hokman no le quedaba más remedio que lanzar un zapato al primer ministro turco, porque no recibió educación es su idioma materno y porque su pueblo natal, hasta hoy día, sigue sumergido en la pobreza y carece de las infraestructuras y las buenas escuelas. España, con la mala política migratoria que tiene, no supo acogerlo para que aprenda bien el castellano y así, poder expresar su pensamiento de manera cívica. Cuando llegó a España sólo recibió una tarjeta amarilla, válida para unos meses y «hala, a buscarse la vida».
¿De que otro modo podría haberse manifestado Hokman Joma?
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