Antes de que Turquía reformara sus leyes antiterroristas el pasado julio, cientos de niños kurdos habían sido demandados en justicia y encarcelados por su pretendido apoyo al Partido de Trabajadores del Kurdistán. Muchos de ellos han sido soltados desde entonces, aunque sus heridas psicológicas son profundas. Se han hecho esfuerzos para poder ayudarles en Diyarbakir, la región con predominio kurdo en el sureste de Turquía.
Para Hebon Akkaya, de 18 años de edad, este centro de terapia de Diyarbakir se ha convertido casi en una segunda casa. No tenía más que 15 años cuando él y dos amigos fueron detenidos en el margen de una manifestación por los derechos de los kurdos. Dice que no comprendía nada de lo que le estaba sucediendo cuando les llevaron al puesto de policía, y fueron salvajemente golpeados por los policías “cachas”. Dice que simplemente pensó “ ¿Por qué, por qué, por qué?”. Y desde entonces ese recuerdo le persigue.
Hebon ha pasado más de un año en una prisión para adultos, bajo el efecto de la ley antiterrorista turca. En su liberación en 2010, ha vuelto al centro de terapia de la Fundación por los Derechos Humanos de Diyarbakir, bajo el consejo de su padre.
La asistente social Nevim Yakut Gunay es la primera persona que los jóvenes como Hebon ven cuando piden ayuda. Según Nevim, es frecuente que digan : “He estado en la cárcel, pero se ha terminado, ahora puedo volver a la vida”. Aunque la mayoría de ellos llevan reflejado en el rostro las marcas de un terrible traumatismo. Nevim comienza la terapia con preguntas sobre cosas sencillas, y poco a poco su historia va apareciendo.
La Fundación por los Derechos Humanos es un apartamento de una habitación, con una cocina y un salón. Las habitaciones han sido transformadas en salas de consulta. Un ambiente confortable ayuda a los usuarios a sentirse cómodos.
Nevim explica que se alienta a los niños a « hacer como en su casa » : eso les permite hacer las cosas simples, como utilizar la cocina para hacerse un té.
El centro ayuda a cualquiera que haya sufrido malos tratos o tortura, aunque actualmente sus esfuerzos se centran en los niños.
El Director, M. Ipekyuz deplora la falta de trabajadores sociales y psiquiatras que hablan kurdo y familiarizados con las costumbres, la cultura y las tradiciones de los Kurdos, lo que es importante para trabajar con los niños. Dice que el trabajo es enorme, porque toda la familia puede ser afectada, citando un caso en el que la hermana de un niño encarcelado ha estado completamente traumatizada, y ha tenido crisis de llanto histérico.
Según el Director, uno de los apoyos principales es el grupo de Justicia para los niños, creado por los padres de los niños encarcelados. Uno de los fundadores es el padre de Hebon, Arif, que explica que la red trabaja no solamente para ayudar a los niños, sino también a las familias a reponerse de lo que les ha ocurrido.
Arif akkaya cuenta haber estado él mismo encarcelado; su hija y su hijo mayor han estado también en detención preventiva, por lo que ellos saben muy bien lo que significa la cárcel. Pero dice que para la familia, la angustia con respecto a Hebon era lo peor, ya que no era más que un niño. Se sentían muy desamparados, y cuando Hebon salió de la cárcel, ya no era el mismo hijo. Se quedo silente y encerrado en sí mismo, como si su alma se hubiera ido.
Libre de nuevo, Hebon Akkaya prevé ir a la Universidad. Dice que ha terminado por el momento sus sesiones con el psiquiatra, para concentrarse sobre la preparación de sus exámenes. Pero cuando se le pregunta si se considera un niño, sonríe y termina por decir:
“Después de haber pasado por todo esto, ningún niño puede permanecer siendo un niño”
Fuente : Voice of America
Traducción IDE http://www.childsrights.com/
Actualidad Kurda.- Acaso estos niños/as, no podrán mirar ya nunca el mundo como un lugar lleno de posibilidades y maravillas, acaso sea para siempre un lugar hostil, donde el miedo está en cada vuelta de la esquina. Acaso, la tortura y La indefensión vivida demasiado pronto tras los muros y barrotes, esa huella oscura grabada en el corazón, en el alma inocente de un niño/a sea para siempre y la lección aprendida, ya sólo hable de la crueldad del hombre, de su perversión, de su injusticia. Acaso ahora los hombres sean sólo monstruos que dominen sus sueños, durante la noche y el día. Y acaso se apague en sus ojos, la llama del descubrimiento, de la libertad, de la confianza en sus semejantes, de la alegría.