La Plaza Kurdistán en Roma (1998-2010)

 A lo largo de doce años, la Plaza Kurdistán, en Roma, ha acumulado una gran cantidad de memorias. Es el símbolo de un camino forjado en la solidaridad entre dos pueblos: el kurdo y el italiano.
 

(Foto: Plaza del Kurdistán, Roma 1998)
Aldo Canestrari
Traducción: Amaranta Cornejo y Adrián Castro
Foto: Stefano Montesi

 

Roma, Italia. Un gesto simboliza una cadena de eventos llenos de significados históricos y políticos, de pasión, de esperanza. Un hombre llamado Dino Frisullo, cuelga sobre un muro una lápida que rebautiza una plaza de Roma. Antes se llamaba Plaza Celimontana, y a partir de ese momento se llamará plaza Kurdistán. Como el cotidiano Il manifestó expresó sintéticamente en el título de su artículo del 18 de noviembre de 1998: “Roma: plaza Celimontana, plaza Kurdistán”, subtitulando “Diez mil marchan por la libertad de Ocalan”. El periódico La Repubblica, dos días antes (16 noviembre) había titulado “Roma, caput Kurdistán. Plaza Celimontana”. Dos días antes (14 noviembre), inmediatamente después de la llegada del líder kurdo Abdullah Ocalan a Roma, el 12 de noviembre de 1998, Il manifestó escribió “Un kurdo en el Celio. Kurdistán: arrestado en roma el líder del PKK (Partido de los trabajadores de Kurdistán)”; mientras que Villaggio Globale escribía: “desde esta mañana, cerca de 2000 kurdos cuidan el hospital militar de Celio, donde se recupera el jefe del PKK, Abdullah Ocalan.”

Durante días y días, la presencia de Ocalan en Roma atrajo a la ciudad a miles de kurdos procedentes de toda Europa. Habían recorrido la ciudad en festivas y combativas marchas, animándola con los llamativos colores de sus mantas, banderas y vestidos, con sus canciones, sus bailes, sus slogans, mezclados con miles de nuevos compañeros de calle y lucha, los italianos que iban junto a ellos a las plazas y a las calles, que llevaban cobijas, tortas y bebidas calientes a la plaza Celimontana, donde los kurdos se refugiaban en masa en las noches de ese frío noviembre romano. La llegada de Ocalan a Italia había encendido una avalancha de esperanza.

Depués de quince días de sangrientos encuentros ente la guerrilla y los militares en las montañas, de atroces torturas, de muertos en las cárceles y de violentas evacuaciones de miles de poblados, en lo que ni Europa ni el mundo se habían dado cuenta de lo que pasaba, la cuestión kurda, no resuelta por siglos, finalmente aparecía en las primeras páginas de los diarios y ocupaba los primeros lugares en los telenoticieros. Todo esto con un mensaje positivo: la presencia de Ocalan en Italia puso la cuestión kurda en el centro de la atención internacional. Parecía que se ponían las bases para comenzar a enfrentarla sin la insignia del nacionalismo chovinista del Estado turco, bajo criterios de convivencia pacífica proclamados por la comunidad internacional, y se comenzaba a hablar de la necesidad de un congreso internacional para resolverla.

La llegada de Ocalan a Italia se dió en un momento dramático. Su decisión había sido forzada: Turquía lo había cazado primero en Siria, luego en Rusia, donde se había refugiado. Venir a Italia había sido, antes que todo, un acto para evitar la captura, pero no sólo, pues desde hacía años el líder kurdo, ante la sordera de la contraparte turca, buscaba abrir espirales de diálogo, incluso con treguas unilaterales, y trataba de hablar con el mundo político internacional. La llegada de “Apo” a Italia no hacía más que poner en primer plano todo lo que desde hacía tiempo estaba madurando.

Pero en poco tiempo cayeron las esperanzas que despertó el arribo de Ocalan a Roma, estranguladas desde su nacimiento por esa misma Europa que por un momento pareció un ejemplo de civilidad, en antítesis a la barbarie turca, pero se reveló como aquella que Pietro Ingrao definió en esa circunstancia como “la Europa villana”, en particular el gobierno italiano (estaba al frente D’Alema) ante las furibundas amenzas de Turquía, con el apoyo estadounidense, y con el escarnio del juego de “lavarse las manos” y culparse entre ellos, iniciado por el resto de los países europeos. Italia había retrocedido, negándole a Ocalan el asilo político al cual tenía derecho con base en la Constitución italiana.

Poco después, lo forzó a dejar Italia, premisa de la inevitable captura por parte de Turquía, lo cual sucedió poco después. El epílogo decepcionante no borra el clima de entusiasmo de esos días: “un asalto al cielo”, como lo definió Dino Frisullo; un pueblo en lucha que llevó a la primera página de la agenda política mundial sus instancias de democracia y autodeterminación, de amistad y diálogo entre los pueblos, barriendo la primera capa de la “realpolitik” y de cálculos de poder equilibrados, y reviviendo a su vez en todos los lugares un clima de movilizaciones, vitalidad y optimismo, brotando de miles de lados nuevas ondas de solidaridad.

De hecho en toda Europa, pero sobre todo en Italia, a partir de esos días grandes áreas de la sociedad “se dieron cuenta” de la situación de la población kurda y comenzaron a transformar este “descubrimiento” en un compromiso activo de colaboración, que después se concretó en una elaborada red de iniciativas.

El crecimiento continuo de experiencias que prosiguió ininterrumpidamente por años y que permanece hasta hoy, dio como resultado la organización de muchas delegaciones y viajes a Kurdistán (Para la Fiesta tradicional Kurda del Newroz, a procesos y eventos, a encuentros con la sociedad y conocimiento de aquel territorio y de ese pueblo, etcétera), además de muchos proyectos de cooperación económica y social hacia el desarrollo (también con ONGs e instituciones locales, italianas o kurdas), muchas iniciativas de cultura e información (traducciones de libros, películas, conciertos, muestras fotográficas), y muchas otras iniciativas políticas de solidaridad entre el mundo político italiano.

El gran cúmulo de experiencias y de asociaciones que forma el flujo continuo de participación y colaboración es hoy la “red italiana de solidaridad con el pueblo kurdo”, que cuenta con un blog en el que puede encontrarse amplia documentación, y es también una de las pocas fuentes de información sobre una temática que es por muchos ignorada en el medio italiano ( http://azadiya.blogspot.com)

Los días de “Piazza Kurdistán” en 1998 fueron el origen de todo esto. EL hombre que colocó la lápida que rebautizó la plaza fue el animador principal. El arresto y el proceso de Diyarbakir de Dino Frisullo, pocos meses antes, en ocasión del Newroz del 21 de Marzo de 1998, con la resonancia que tuvo frente a la opinión pública italiana y las reacciones de solidaridad que suscitó, fue el primer paso importante contra el muro del silencio y desinformación sobre la cuestión kurda que hasta entonces reinaba en Italia. Dino continuó hasta su muerte prematura sus incansables y tenaces acciones de promoción, organización, implicación directa y testimonio (en particular con sus escritos como periodista y ensayista, pero sobre todo como poeta).

Piazza Kurdistán, lugar simbólico de la solidaridad de la sociedad italiana con el pueblo kurdo, reencuentra toda su actualidad. Las cuestiones que se plantearon en estos doce años han tenido un gran crecimiento político y de movilización del pueblo, aunque aún está lejos de resolverse el conflicto; Kurdistán hoy, más que nunca, es el lugar de la resistencia de un pueblo entero que no quiere renunciar a su identidad, e intenta construir sobre ella la propia autodeterminación democrática. También continúa siendo el lugar en el que el Estado turco persigue con bríos inalterados de obstinación, con métodos diversos, la política de negación e indiferencia a una gran parte de la sociedad.

Incluso hoy, igual que hace doce años, Kurdistán (que el año pasado fue sede de “Mesopotamia Social Forum”) se ratifica como lugar de vanguardia del movimiento internacional por un “mundo diverso”, con su resistencia, su “Sherildane”, su “Intifada”, que al mismo tiempo ha sabido impregnarse de una identidad radicada en las tradiciones culturales antiquísimas, así como en la apertura al más amplio diálogo intercultural, y que sabe proponer al mundo entero un modelo de autodeterminación democrático y de participación social, desde abajo, hacia las exigencias más avanzadas de la época contemporánea.

El ataque por parte del Estado a todo un pueblo, que hoy en día se incrementa con los arrestos y procesos en masa y con la intensificación de las operaciones militares, nos invita a reanudar estos hilos en la Plaza Celimontana, que para todos los kurdos y para muchos italianos ahora se llama ‘Plaza Kurdistan’. Nos invita a proponer y relanzar el mismo clima de movilización democrática, sobre todo del tejido de solidaridad activa, donde miles de iniciativas de cooperación y de intercambio han sabido en estos años construir un puente entre nuestro pueblo –italiano- y el pueblo kurdo.

Resumen de una jornada: 13 noviembre 2010

Una plaza de Roma, animada por los colores de las banderas y mantas de los kurdos, del movimiento rotativo de sus bailes en círculo, del ritmo de sus tambores, de la noches con sus cantos de nostalgia y lucha, interrumpidos por sus consignas determinadas y combativas, y por voces que toman la palabra en kurdo, turco e italiano. Esto es lo que ha acumulado la Plaza Kurdistán desde 1998 hasta la manifestación del pasado 13 de noviembre.

Han pasado 12 años, antes de los cuales muy pocas personas en Italia sabían quiénes eran los kurdos, y durante esos años se forjó una intensa trayectoria ininterrumpida de eventos a todos los niveles: solidaridad política, delegaciones y visitas organizadas, presencia como observadores en los tribunales que procesos y durante las elecciones en Kurdistán, cooperación socio-económica a través de proyectos de desarrollo financiados por ONG e instituciones locales italianas en colaboración con municipalidades kurdas, ayuda a las víctimas de represión y encarcelamientos, y actividades culturales.

El pasado 13 de noviembre, las voces de aquel entonces tomaron el micrófono para recordar “aquellos” días de 1998, así como el camino andado hasta ahora, retomando la urgencia de seguir codo a codo actualmente, mientras el proceso contra la sociedad civil tiene a miles de kurdos en las cárceles o como acusados. El proceso de Diyarbakir, iniciado el 18 de octubre se pasó para el 13 de enero del 2011, y será esa una nueva oportunidad para demostrar la solidaridad.

Con el fondo del hospital militar de Celio, donde Ocalan fue internado la noche del 12 de noviembre de 1998, Luisa Morgantini rememoró aquellos tiempos, seguida por Luigi Saraceni, quien fue abogado de Ocalan, junto con Giuliano Pisapia y Arturo Salerni. Ellos ganaron el proceso ante el gobierno italiano, obteniendo el asilo político para Ocalan, pero ya era muy tarde. La pávida Europa y la pávida Italia lo abandonaron ante el estado turco. De esta forma renunciaron a la oportunidad de tomar en sus manos la cuestión kurda y llevar la solución ante la comunidad internacional. Walter De Cesaris, en ese entonces parlamentario, explicó que aquella vez el gobierno italiano cedió a la ofensiva turca, apoyada por los Estados Unidos, hecha a nivel político, diplomático y, sobre todo, económico.

Una indiferencia marcó a la Plaza Kurdistán entre ayer y hoy: la presencia italiana esta vez se había reducido mucho. Esto no disminuyó el arrojo y el fervor con el cual lo kurdos bailaron y cantaron, no solo por la tarde, sino hasta la noche. Aunque la escasa participación italiano no haya desanimado a los kurdos, sí debería hacer reflexionar sobre el “estado de salud” de los movimientos y de las ganas de participar en la sociedad de nuestros días.

Fuente: http://elpolvorin.over-blog.es/article-plaza-kurdistan-el-asalto-al-cielo-de-noviembre-de-1998-a-noviembre-de-2010-62697454.html

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