Los niños fueron detenidos junto con sus familias en este pueblo del noreste del país, así como en otras localidades cercanas, durante la ola de detenciones efectuada en abril de 1988.
Las autoridades enviaron a los detenidos a la prisión de Dibis. Al morir de hambre o por diversas enfermedades, los menores fueron enterrados en fosas comunes, pero tras la invasión estadounidense en 2003 se exhumaron los cuerpos.
Sus restos fueron enterrados en un cementerio creado exclusivamente para víctimas jóvenes de la opresión de la dictadura de Sadam. Al acto, en el que también se dio sepultura a dos mujeres, asistieron unas 4.000 personas.
Entre ellos figuraban miles de familiares de los fallecidos, diplomáticos extranjeros y el primer ministro del Gobierno Regional semiautónomo del Kurdistán, Barham Salih.